Historia
No la podía alcanzar,
iba apurada,
estaba en los relojes, en los trenes,
tenía risas, palabras, indecencias,
un trajinar de cita y ya salgo.
No la podía alcanzar,
ella y sus cosas,
sus ojos de mirar y querer tanto,
su pequeña moneda compartida,
sus manos de trampear y dar la mano.
Cómo la iba a alcanzar
sin nada adentro.
Debo decir que fue bastante grave,
debo decir:
casi nos separamos para siempre.
Me quedé solo,
la perdí de vista.
Después, yo no sé cómo, una mañana,
quizá el aire, una palabra, un pájaro,
me puse al lado y la seguí,
a la vida.
Fuente: Humberto Costantini, Cuestiones con la vida. Carlos Hernández Editor, Buenos Aires, 17 de noviembre de 1975.
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