Historia, memoria, relato (*)
“No hay que hacerse ilusiones. El hombre no se acuerda del pasado; siempre lo reconstruye. El hombre aislado es una abstracción. La realidad es el hombre en grupo. Y el hombre no conserva en su memoria el pasado de la misma forma que los hielos del norte conservan congelados los mamuts milenarios. Arranca del presente y a través de él, siempre, conoce e interpreta el pasado”.
Lucién Febvre, Combates por la historia, 1936.
La memoria histórica es el resultado de una construcción: los integrantes de una sociedad deben seleccionar primero qué quieren recordar y qué prefieren olvidar; luego, deben ordenar esos recuerdos y, finalmente, tienen que elaborar un relato que les dé algún sentido a esos recuerdos.
Por estas razones, toda memoria es parcial, porque recoge una porción del pasado y la recrea, ordenada y narrada de acuerdo con los puntos de vista y las intenciones de quien o de quienes recuerdan.
La elaboración de la memoria histórica es un acto colectivo y su resultado es un saber compartido. Todos los individuos y grupos que conforman la sociedad participan en esa construcción: construyendo la memoria histórica en el núcleo familiar, el grupo de amigos o en los lugares de trabajo, de estudio o de recreación, narrando sucesos del pasado cercano o remoto. Algunos, como los periodistas y comunicadores sociales, los dirigentes y militantes políticos, los investigadores de las ciencias sociales, los artistas, tienen la posibilidad de contribuir en la construcción de la memoria a través del ejercicio de su profesión o de su arte y transmitir a una gran cantidad de personas sus ideas acerca de qué debe ser recordado y qué debe ser olvidado.
En la sociedad coexisten diferentes memorias, porque las personas vivieron experiencias diferentes, tienen intereses diversos y defienden distintos valores. Las memorias no tienen nunca una forma definitiva, no se cristalizan. Se trata de relatos que siempre están siendo reelaborados. Porque las circunstancias del presente cambian, y las preguntas que le hacemos al pasado para entender el presente también cambian. La memoria entonces, más que un relato acabado, puede ser un vehículo de permanente interrogación.
(*) Texto redactado por @machialonso y @enriquecvazquez para presentar el enfoque que elegimos para escribir la serie de libros de Historia Argentina Contemporánea y Reciente, publicados en 2014 por Aique Grupo Editor
La imagen es una reproducción (bajo licencia CC) de Gente, una obra de Clara Gracia.
“No hay que hacerse ilusiones. El hombre no se acuerda del pasado; siempre lo reconstruye. El hombre aislado es una abstracción. La realidad es el hombre en grupo. Y el hombre no conserva en su memoria el pasado de la misma forma que los hielos del norte conservan congelados los mamuts milenarios. Arranca del presente y a través de él, siempre, conoce e interpreta el pasado”.
Lucién Febvre, Combates por la historia, 1936.
La memoria histórica es el resultado de una construcción: los integrantes de una sociedad deben seleccionar primero qué quieren recordar y qué prefieren olvidar; luego, deben ordenar esos recuerdos y, finalmente, tienen que elaborar un relato que les dé algún sentido a esos recuerdos.
Por estas razones, toda memoria es parcial, porque recoge una porción del pasado y la recrea, ordenada y narrada de acuerdo con los puntos de vista y las intenciones de quien o de quienes recuerdan.
La elaboración de la memoria histórica es un acto colectivo y su resultado es un saber compartido. Todos los individuos y grupos que conforman la sociedad participan en esa construcción: construyendo la memoria histórica en el núcleo familiar, el grupo de amigos o en los lugares de trabajo, de estudio o de recreación, narrando sucesos del pasado cercano o remoto. Algunos, como los periodistas y comunicadores sociales, los dirigentes y militantes políticos, los investigadores de las ciencias sociales, los artistas, tienen la posibilidad de contribuir en la construcción de la memoria a través del ejercicio de su profesión o de su arte y transmitir a una gran cantidad de personas sus ideas acerca de qué debe ser recordado y qué debe ser olvidado.
En la sociedad coexisten diferentes memorias, porque las personas vivieron experiencias diferentes, tienen intereses diversos y defienden distintos valores. Las memorias no tienen nunca una forma definitiva, no se cristalizan. Se trata de relatos que siempre están siendo reelaborados. Porque las circunstancias del presente cambian, y las preguntas que le hacemos al pasado para entender el presente también cambian. La memoria entonces, más que un relato acabado, puede ser un vehículo de permanente interrogación.
(*) Texto redactado por @machialonso y @enriquecvazquez para presentar el enfoque que elegimos para escribir la serie de libros de Historia Argentina Contemporánea y Reciente, publicados en 2014 por Aique Grupo Editor
La imagen es una reproducción (bajo licencia CC) de Gente, una obra de Clara Gracia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario